miércoles, 3 de abril de 2013

Salida de Entrenamiento ECH en Sierra Guara

Páscuas 2013

Ha sido un invierno muy complicado para realizar entrenamientos. Si tanto en esquí, como en montaña el invierno ha sido nefasto, os podéis imaginar para la práctica del barranquismo cómo ha ido. Fatal.

A 10 días de nuestra partida a Nepal, programamos la que para muchos era la última oportunidad de poner a prueba todo el material y toda la logística que tanto hemos discutido sobre la mesa. Llegó la hora de probarlo sobre el terreno. Y no eran pocas cosas; desde los bidones de gran capacidad (20-26 l), hasta las lonas especiales o los diferentes sistemas de vivac. También era importante conocer las sensaciones del saco de dormir adquirido para la ocasión, así como los menús basados en sopas y comidas desecadas o las diferentes combinaciones térmicas del lavacore… y entre todas estas cosas, un sinfín de matices cada uno con su coto de importancia.

El jueves 28 de marzo, aprovechando las festividades de Pascua, quedamos en la Sierra de Guara para hacer un recorrido de varios cañones con el objetivo de pernoctar sobre la marcha de forma improvisada y con autonomía en el avituallamiento. Es decir, tres días sin salir del circuito.

La mayor parte del equipo, sale por la mañana y realiza el barranco de la Virgen. Después busca en el Mascún un punto de vivac que a la vez sirva de punto de encuentro con el resto del equipo que llegará de madrugada. La meteorología es muy inestable y se esperan lluvias abundantes durante estos días.

A la 1 de la mañana, aparecen Quico y Mario. Al llegar montan una prolongación del primer vivac y sobre las 2 am se meten en los sacos listos para dormir.

Durante la noche, llueve de forma intermitente, pero las lonas cumplen correctamente su misión.


Por la mañana, el equipo de entrenamiento ya al completo prepara el desayuno de expedición (una ración de tallarines, galletas, alguna barrita y capuchino). Este menú reconforta el cuerpo y permite arrancar con una buena dosis de energía. Durante el día, nos avituallamos con barritas, cada uno de forma independiente.


Tras debatir sobre las posibilidades de descenso, optamos por realizar el Fornazos, ya que las precipitaciones han sido muy abundantes y el Mascún lleva demasiada agua en los estrechos, limitando las opciones (Otín se descarta por estar regulado en esta época del año).

Realizamos una dura aproximación de más de tres horas con las pesadas mochilas a cuestas, detectando los primeros problemas de ergonomía a causa del gran tamaño de los bidones estancos, y del sobrepeso que llevamos. Termina por hacer llagas al comienzo del sacro, molestia que irán a más a lo largo de la jornada.


Por fin llegamos al barranco y justo en ese momento comienza a llover de forma abundante, hasta que llega un momento en el que no tenemos más remedio que parar e improvisar un vivac de emergencia con la lona, en una estrechez del cauce. Allí decidimos ponernos los neoprenos y continuar. Como el sitio es reducido, nos cambiamos por turnos. También aprovechamos para comer y beber.


Ya vestidos con todo el equipamiento y bajo una lluvia incesante, continuamos por el Fornazos en busca de un lugar donde montar un vivac definitivo que de albergue a los 6 miembros. Tras descender un par de rápeles, encontramos un lugar apropiado justo en la base de un salto, en una esquina algo extra plomada y que ofrece algo de abrigo. Inmediatamente comenzamos a acondicionar la zona, quitando las piedras más grandes y allanando la superficie todo lo posible. Después, mediante dos lonas de 3x3 (especiales para la expedición) conseguimos hacer una cubierta para los 6.


En la confección del vivac hemos perdido un tiempo valioso y ya anochece cuando nos vamos ordenando en su interior.


La lluvia sigue cayendo de forma incesante. La humedad del ambiente roza prácticamente la saturación. Aún así, conseguimos acomodarnos sobre mantas térmicas y aislantes. Con la muda seca, recuperamos la sensación de confort, la cual se acentuá parcialmente gracias al calor que emana de los hornillos que ya están preparando las cenas (tallarines, cuscus, sopas…).

Pero cuando ya nos veíamos resguardados y a salvo en el vivac, detectamos un grave problema de goteos por las costuras intermedias de las lonas y que amenazan seriamente los sacos de dormir (de plumas). Aunque tienen una membrana impermeable, los goteos continuos (y que no cesaran en toda la noche) terminan por formar charqueras en el suelo, empapando algunos sacos, incluso a los que llevaban funda de vivac.

Pese a las desagradables circunstancias pasamos la noche bastante bien aunque las experiencias han sido diversas… algunos sacos se han mojado y hay charqueras por doquier. Aún así el ánimo es bueno y abunda el buen humor. Mi colchoneta hinchable se convierte en la envidia del vecindario…


Desayunamos un menú parecido al del día anterior. Esta vez nos cuesta más arrancar, ya que los días anteriores van haciendo mella y nos duelen nuevas partes del cuerpo que no sabíamos ni que existían.

Por fin recogemos y continuamos con el descenso (sólo han pasado 4 horas desde que nos despertamos). Poco a poco el día va mejorando. Superamos un par de rápeles fraccionados hasta dar con la confluencia del Mascún que va exuberante.

En la otra orilla, el sol nos aguarda como un regalo tras dos días de actividad bajo las inclemencias meteorológicas. No dudamos en cruzar al otro lado y dedicarnos una deliciosa comida precocinada bajo el sol antes de iniciar el regreso a Rodellar.

Conclusiones

Aunque no hemos realizado todas las salidas programadas, en las diferentes reuniones hemos podido pensar y planificar las cuestiones fundamentales. Ha sido un intenso trabajo de equipo, donde las ideas fluían sin parar, ahogándonos en una marabunta de posibilidades. Al final, algunas de esas ideas (no sabemos si las mejores) serán las que pondremos en práctica en nuestro viaje a Nepal.


De este fin de semana, la principal conclusión que podemos sacar es que con la intendencia que hemos consensuado, somos capaces de pasar varias noches con plena autonomía progresando por un barranco incluso en condiciones adversas. Las lonas ultraligeras, los sacos de dormir a los que tantas vueltas hemos dado, los bidones de gran capacidad, taladros y anclajes ultraligeros, combinaciones térmicas por capas, menús adaptados y otros tantos detalles menores pero que serán fundamentales para el éxito de la expedición, forman parte de ese engranaje de piezas donde no puede fallar ninguna.


En este sentido, podemos estar satisfechos por todo el trabajo realizado. Si al final el resultado no es el esperado, no será por dejadez ni desidia.

Las cartas están echadas… toca relajarse y pensar en este viaje, soñado para algunos.


Nos vamos a Nepal!!

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